La vivienda se encuentra en el edificio Palermo, una obra histórica realizada por el arquitecto racionalista Antonio Ubaldo Vilar en 1935. Se restauraron y unificaron dos departamentos separados para generar una unidad amplia que absorbiera todas las vistas al rosedal.

El eje del proyecto, al tratarse de un único usuario, fue vincular todos los ambientes que dan a la Avenida del Libertador.  Así se formó un gran espacio, en el cual se desarrolla toda la vida pública del departamento. Esta amplitud dialoga con la parte privada, mediante lugares intermedios, que llamamos conectores, que auspician de hall y pasillos distribuidores.  Estos tienen una misma impronta, lograda a través del color  y sus contrastes.

Se buscó un lenguaje que permitiera vincular a la unidad restaurada con el edificio histórico y con su patrimonio arquitectónico. Por lo que, reinterpretando los círculos de ventanas existentes en las puertas y en las luminarias proyectados por Vilar, se diseñaron los espejos de los accesos, de los baños y las lucarnas de mármol traslúcido que iluminan el hall y el toilette.

Basándonos en  los materiales que se habían utilizado en los salones de usos comunes del conjunto, se proyectaron los azulejos, mármoles y bochas de luz para los sanitarios.

También se conservaron y restauraron todos los muebles bajo ventanas, ventanas y tapa rollos que dan al exterior para mantener la esencia del lugar primario.

La cocina por su parte,  funciona de manera integrada, potenciando la longitudinalidad y armando un gran fondo.  Mediante su estética,  con guiños a los años treinta, se define un armado y estilo de los lugares sucesivos. 

Para acentuar la idea de un único espacio, se utilizó un mismo piso de madera y una sola guía de cortinas que cose el perímetro de todo el departamento.