La intervención se ubica en el Palacio Los patos, un antiguo edificio de vivienda de la Ciudad de Buenos Aires. El diseño de los espacios interiores se basó en la idea de reforzar la amplitud  del departamento mediante la elección de mobiliarios bajos que se posicionen siempre por debajo de la altura de los ojos del usuario. Las grandes alturas de las aberturas y de los techos se potenciaron mediante la elección de un cortinado que acompañe y de colores de pintura que las destaquen.

El departamento ya venia con datos claros con respecto al armado del espacio como lo eran la diferencia de pisos que armaban, por un lado el hall de acceso de damero blanco y negro y por otro el living comedor con pisos de pinotea originales.

Cada una de los muebles fue diseñado a medida según los requerimientos particulares de usos y costumbres de los habitantes de la vivienda. Una de las premisas fundamentales fue la modulación del mobiliario para que los usuarios puedan en el futuro mudar los muebles y adaptarlos a una futura posible vivienda. El mueble vajillero, se divide en 6 partes, unificadas por una base común que le da cohesión. Los sillones, también pueden agregarse o desagregarse entre si.

El mobiliario también responde a las necesidades contemporáneas de solidez y movimiento. La mesa de mármol tiene una estructura con ruedas que colabora en su desplazamiento y la cama de madera,  que a simple vista, parece apoyarse en 4 patas de madera bien finitas, tiene refuerzos en hierro que permite un uso cotidiano y firme de la misma.

Las texturas y colores elegidos fueron consecuencia de diversas pruebas de combinaciones de paletas y se seleccionaron en base a la conformación de un aporte neutro que no interfiera con la arquitectura del lugar.

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